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categoría: Actualidades

"¿Fidelidad o lealtad?" por Maïa Mazaurette

En esta nueva cronica exclusiva, Maïa Masaurette explora las contradicciones inherentes a la pareja y a la diferencia que se tiene que hacer entre lealtad y fidelidad. ¿Se puede ser leal e infiel? ¿Y por contra, se puede ser fiel pero no ser leal a la pareja? Descubre el punto de vista original y sin pelos en la lengua de nuestra experta.


Nuestras parejas, a menudo, parecen navajas de doble hilo – una mezcla de cooperación cultural, económica, doméstica, afectiva y sexual. Esto es mucho, por supuesto. Sobre todo que se nos piden capacidades olímpicas... Supuestamente tenemos que tener éxito en todos estos ámbitos, todo el rato: tendríamos que tener ocho brazos para esto, y la última vez que lo comprobé, solamente tenía dos. ¿Acaso esto convierte a los infieles en burros? No lo creo.


Cuando se habla de infidelidad, a menudo falta una precisar una parte esencial: infidelidad sexual. Ya que existe todo tipo de infidelidad: financiera, emocional, narcisista, focalizada en un objeto (sí, estoy hablando de tu Playstation), etc. Pero a todo el mundo le va bien dejar el concepto borroso – para mantener la confusión. Peor aún, para evocar una posible contaminación del sexo en otros dominios.


Cuando se habla de infidelidad sin precisar de qué tipo, implica que acostarse con otro u otra es una traición a todos los niveles de la pareja. Lo que está por demostrar. Evidentemente sería práctico escribir la historia en blanco y negro, pero vivimos en la época de las sobras de gris... y sabemos que la mayoría de personas que engañan a su pareja se sienten satisfechas en su pareja. Afectivamente, funciona. El día a día, funciona (quizás incluso demasiado bien).


En estas condiciones, confundir fidelidad sexual y lealtad revela deshonestidad intelectual. La lealtad, según Wikipedia, es devoción hacia una persona o causa. Ahora bien, se puede ser infiel y a la vez ser inamovible cuando se trata de escuchar, de compartir las tareas domésticas, de gestionar la economía familiar. Igual que existen personas extremadamente posesivas, que se muestran desleales en el día a día: dispuestas a priorizar su carrera en detrimento de la pareja, dispuestas a salir de fiesta cuando tendrían que echar una mano.


Personalmente, no creo que se pueda ser siempre perfecto (porque solo tengo dos brazos). Evidentemente, los infieles no son mejores que los demás. En cambio, los amantes de aventuras han sabido mezclar un tiempo libre en el que recuperar fuerzas, un espacio secreto que no afecta a su pareja regular. De ser así, la única víctima de una infidelidad exitosa, es la idea de fidelidad. (Las ideas, por suerte, se quejan bastante poco cuando son maltratadas).


Acostarse con otro no significa necesariamente cambiar el objeto de devoción, porque el sexo no implica necesariamente todo lo demás. Ya sé que esta actividad a menudo deja “manchas”, pero no hace falta exagerar, y muchas veces basta con una pasada por la lavadora.


De forma irónica, los defensores de una sexualidad estrictamente enmarcada son los mismos que piensan que se habla demasiado de sexo, cuando tendrían que ser responsables de hablar de todos los aspectos de la relación de pareja. Esto hace querer responder: eh, calma, no todo es sexo en la vida. Hay la simple intimidad de dormir juntos, de explicar un cuento a los niños o de compartir una copa de vino.


No tengo la sensación de hablar de inmoralidad si afirmo que es más grave tener deudas secretas, de abandonar el barco durante una tormenta, de pasar de su pareja para preferencias su carrera (o el último episodio de Juegos de Tronos)... o cualquier otra acción que pueda tener consecuencias más duraderas que una aventura.


Ser infiel y leal es posible, y reafirma que la pareja va más allá de la sexualidad pura, digan lo que digan los partidarios de la fidelidad en pack todo incluido. Finalmente, ¿quiénes son los obsesos del sexo? ¿Los que saben compartimentar? Yo no lo creo.