Infieles, ¿todos culpables?

Inscripción

Discreción
100% garantizada

Me registro


Encuentros fiables y discretos con toda tranquilidad
Una única regla: no hay identidades falsas
¡Miles de miembros ya inscritos cerca suyo y en el mundo entero!

categoría: Actualidades

Infieles, ¿todos culpables?

Este mes, Maïa Mazaurette saca su pluma para desculpabilizarte por buscar el placer. ¡Y qué bien sienta!

Lo siento, pero esto son hechos. Entre Freud y la herencia cristiana, era difícil para nuestra sociedad no estar obsesionada por el perdón. Siempre hay que tener dar la bendición: a uno mismo, a los demás, o corremos el riesgo de nunca sentirnos realizados del todo. Y si hay que perdonar, significa que hemos hecho algo mal, todo el rato, en cualquier momento del día a día. Nos preocupamos, a menudo por tonterías. La infidelidad juega un rol clave en este paradigma ya que engañar a su pareja necesita esfuerzo, o al menos, una voluntad. No se puede ser infiel sin querer. Engañar: verbo activo. ¡Ay, el superego!

La culpabilidad está en todas partes, incluso en nuestros yogures (¿se ha tratado bien a estas estas vacas?). Y cuando nos lanzamos en una relación extraconyugal, esta misma culpabilidad forma parte de las emociones que entran en acción, y que, os lo aseguro, salen fácilmente.

La mejor manera de no tener nada que perdonarse es poner las cosas en su sitio: reconsiderar la infidelidad como culpa. Porque realmente no es tan simple. ¿Es realmente necesario auto flagelarse por no estar a la altura de La Pareja™, cuando las expectativas de la sociedad hacen de nuestras parejas a la vez nuestros amantes, cocineros, confidentes, mejores amigos…?

¿Acaso es realmente nuestra culpa, para utilizar la expresión, si empieza a sumar muchos roles para una sola persona? Y si hay que distribuir negativos: ¿quién es el culpable, situaciones en que nuestra pareja nos empuja con su negligencia en brazos de otro? ¿Quién es el malo de la película, el que comete la falta o el que empuja hacia la falta? ¿El actor o las circunstancias del acto? Es un tema muy amplio. De hecho, curiosamente en caso de ruptura las culpas son consideradas como repartidas, pero la sociedad no demuestra el mismo punto de vista con la infidelidad.

El hecho es que no hay por qué buscar el perdón – aunque sea porque no hay siempre víctimas (en estas condiciones, buena suerte para acusar a los culpables). Vale, quizás se podrían resolver nuestros problemas de pareja de otra manera, o ahogar nuestras tentaciones carnales con la práctica del punto de cruz. Pero si centro mi atención en el punto de cruz en vez de en mi marido, ¿acaso soy mejor enamorada que si centro mi atención en otro hombre? ¿Hay que fustigarse cuando se tiene alergia a la monogamia pura y dura, o cuando esta monogamia ya no responde a nuestras esperas más pragmáticas? ¿Hay que deshacerse en disculpas sabiendo que, en el fondo, solo queremos ser queridos y deseados? ¿Y realmente es necesario hacerse perdonar las necesidades de lazo singulares, en plural?

Esta temática del perdón se encuentra en la post-infidelidad. Así, según un estudio de la Universidad de Missouri publicado en 2014, el perdón es lo que más cuenta para “reparar” una relación tras una infidelidad. Si el perdón es sincero, entonces dará más resultado en la pareja que el tiempo pasado juntos, el nivel de compromiso o incluso… ¡la satisfacción relacional! No se trata de esconder la cabeza bajo el ala, pero de realmente ir hacia la pareja, comprender por qué uno de los dos ha tenido una aventura, y no dar todas las culpas a una sola persona. Perdonar también es asumir parte de la culpa.

Así que sí, efectivamente, la infidelidad es un placer culpable. Pero todo es culpable. Hemos sido educados para sentirnos culpables, todo el rato, incluso cuando objetivamente las circunstancias se nos escapan. La responsabilidad individual existe, claro, pero la responsabilidad colectiva también. Quizás necesites perdonar a tu pareja, o a ti mismo/a. Quizás no lo necesites en absoluto. Sea como sea, acuérdate que nadie tiene el derecho de distribuir puntos positivos o negativos. Ni la vecina, ni la justicia, ni esa vocecita en tu cabeza. ¿O no se dice que los placeres culpables son los mejores?