La crónica de Maïa Mazaurette : “Dos compañeros/as o más: ¿Cómo gestionar los sentimientos?”

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categoría: Actualidades

La crónica de Maïa Mazaurette : “Dos compañeros/as o más: ¿Cómo gestionar los sentimientos?”

En esta nueva crónica, Maïa Mazaurette intenta liberarte del sentimiento de culpa por sentir algo por tus amantes y destramatiza tus relaciones con el humor y la ligereza que le son propios.

A menos que seas un/a sociópata, y no te deseamos estos rasgos en tu personalidad, es completamente normal sentir algo por un o una amante. Si somos capaces de sentir algo por nuestro carnicero (simpatía), o por su contable (insufrible). Lo desconcertante concierne las relaciones extraconyugales, ya que nos repetimos muchas veces que tendría que ser un espacio libre de sentimientos. Como si fuéramos capaces de anestesiarnos a voluntad. Mejor aún; una infidelidad sería “menos grave” si los sentimientos están ausente. Dar su cuerpo, vale. Pero el corazón tendría que quedarse a buen recaudo.

Si consigues “salvaguardar” tu corazón, fantástico (o terrorífico). No obstante, para la mayoría de nosotros, esto significa intentar poner la mano en el fuego y no quemarse: durante la relación sexual, o simplemente cuando pasáis buenos momentos juntos, las hormonas segregadas por nuestro cerebro nos empujan a encariñar a la otra persona (y no, no solo es cosa de mujeres: los hombres también tienen corazoncitos palpitantes bajo su camisa talla XXL).

De todas formas, ¿quién quiere una vida sin sentimientos? ¿No se trataría solo de la excitación de lo nuevo?

Por supuesto, se habla solamente de tener sentimientos amorosos... y una vez más, es demasiado fácil. Partimos del principio de que existe una sola forma de amor, exclusivo, cuando podríamos hablar de pasión, afecto, ternura, apego, o de forma más trivial atracción, diversión, júbilo. Con nuestros amigos, nuestros grandes amores y nuestros amantes, es a la vez cuestión de grados y cuestión de formas. Te quiero así, y a ti asá. Nadie afirmaría que tener amigos impide querer a su cónyuge; ¿qué diferencia hay con un amante? Sería como pretender que solo se puede querer a un hijo, excluyendo a los otros. ¿Quién querría vivir en un mundo así?

Lo que se produce lo más frecuentemente cuando sucumbimos a la tentación es que desarrollamos dos “sets” de sentimientos complementarios hacia las dos parejas. Y es normal. Claro está, puedes dramatizar y sentirte culpable (¡todos tenemos un trágico o una diva entre nuestro interior!), pero esto no te llevará a nada. A menos que escondas la cabeza bajo tierra, no puedes hacer nada.

Tus sentimientos son difíciles de controlar, pero no tus actos. Quizás en el momento de irrefrenable pasión amorosa (y de culpabilidad), sentirás la tentación de poner fin a tu relación a largo plazo. Si eres del tipo que toma decisiones impulsivas (“¡Oh dios mío, he pensado en el taxista, ya no quiero a mi marido!”), frena y respira profundamente. ¿Estás seguro/a que todo tu amor ha desaparecido solamente porque hayas conocido a otra persona? Una nueva aventura toma su espacio emocional. Mucho espacio. Pero si miras más allá: ¿no están tus sentimientos conyugales perfectamente intactos, solamente visibles en segundo plano?

Sentir algo por otra persona no significa que lo debamos tirar todo por la borda. Añadir algo no significa que lo tengamos que restar de otra parte. Además, negarse a admitir los propios sentimientos lleva a menudo a rechazar a la nueva pareja, darte calabazas, volver a hacerle grandes declaraciones, o sea, comportarse como una inconstante veleta – es divertido cuando se tiene catorce años, pero lo sentimos, eres demasiado mayor para esto.

Lo mejor que puedes hacer es aceptar lo que sientes de forma serena, sin dejar que te invada completamente. Es poner las cosas en perspectiva (es fácil decirlo, lo sé). Y es también no imponer los propios sentimientos a los demás esperando ser correspondido/a: eres responsable solamente de tus sentimientos, no de los demás. En breve, es el momento de dejar la separación.