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categoría: Actualidades

la Crónica de Maïa Mazaurette: "La infidelidad, ¿una forma de reinventarse?"

En esta nueva crónica, Maïa Mazaurette habla de la infidelidad desde un punto de vista inédito: ¿y si ser infiel fuera una manera de reinventarse?


El último estudio de Gleeden lo ha demostrado: las mujeres tienen una sexualidad diferente con su amante. Bueno, diferente... llamemos las cosas por su nombre: cuando la sexualidad es a la vez más orgásmica, más libre y más aventurera, se puede hablar de un sexo mejor, ¿no?


No es cuestión de culpabilizar a los maridos. Conocemos los culpables ideales: costumbres inamovibles, la rutina, la imagen de la “mujer perfecta”, los clichés sobre la mamá y la puta que nos impiden vivir nuestras fantasías más dementes... Cambiar a la pareja es, en teoría, fácil, pero es más fácil mover montañas. Hay entre otros, un riesgo real. Es difícil hablar de las nuevas fantasías cuando no se sabe si la pareja lo aceptará (y que habrá que despertarse al lado de esta persona durante décadas), es difícil experimentar entre facturas y pañales...


¿La vida conyugal está pues destinada al aburrimiento? Claro que no. Siempre queda alguna nueva carta que jugar. ¿Pero es realmente conveniente acostarse igual en el hogar que en una escapada? Pueden surgirnos ganas de preservar los compartimentos de la sexualidad: quizás no, no queramos tenerlo “todo”. Bueno, sí, pero no en el mismo sitio. Un espacio para el sexo tranquilo, otro para el que nos pone en tela de juicio: ¡no es por nada que la infidelidad siempre ha sido la cara escondida de la pareja occidental!


Amamos a nuestra pareja, también, porqué podemos contar con él. Porque nos aporta esa famosa estabilidad que perturba nuestros deseos de aventura. Como individuos podemos ser fluidos, mientras tengamos algo a lo que cogernos. Por decirlo más claramente: si el confort emocional que aporta el marido, no estoy segura de que las mujeres se sentirían tan liberadas con sus amantes. Nos burlamos del cornudo: no tendríamos que hacerlo. Necesitamos a nuestra pareja. Y a veces necesitamos protegerle de nuestros deseos más explosivos.


La infidelidad permite volver a empezar de cero, sin perder lo adquirido en el pasado, sin deshacerse de costumbres que sería demasiado fácil de culpabilizar en bloque (pero sí, se pueden tener buenas costumbres). La infidelidad permite responder a la pregunta: “¿Y si volviera a empezar mi vida sexual hoy, que haría distinto?” ¡Vaya pregunta!


Esta reivindicación de la propia sexualidad, esta reinvención de uno mismo, son posibles porque no hay nada que perder. Porque no se necesita conservar la imagen. Porque pedimos cualidades distintas a un amante que a un marido. En mi vida de cada día, necesito a alguien que lave la ropa, que me quiera, que me de seguridad en el día a día. La sexualidad es importante, pero entre una decena de elementos más.


¿Y si solo quedase la sexualidad? ¿Y si no importase nada más, si pudiera expresar exactamente mis necesidades, sin transigir en el resto? ¿Si pudiera cambiar cada día en vez de tener una actitud constante? Entonces... ¿qué sexualidad?


Estos cambios de humor, estas variaciones, estas experimentaciones, es difícil de afligir a la pareja. Porque con él, no podemos contentarnos de una sexualidad egoísta (incluso en el buen sentido del término).


Pero con un amante, se puede. Exhibicionista un día, adicta a los sextoys al día siguiente. Clitoridiana con un profesional de los juegos de lengua, vaginal con un bien dotado.


La infidelidad es: ¿quién soy, sexualmente? ¿Quién soy hoy? ¿Por qué debería querer mañana lo mismo que me apetece ahora? Y mejor todavía: ¿Quién me apetece ser? Si siempre he soñado jugar a la femme fatale, o la joven estudiante, quién me impide adoptar diferentes máscaras según las circunstancias?


Con nuestros amantes, podemos también decirle de qué palo queremos ir. Podemos decirle “quiero exactamente esta sexualidad, a medida”. Es un lujo, sobre todo para las mujeres. Si un marido rechaza nuestras fantasías, continúa siendo nuestro marido. Pero si un amante lo rechaza, hay otras posibilidades.


Habría que poder imaginar una sexualidad según dos cronologías diferentes: el marido a largo plazo, el amante para deseos puntuales. El marido para la trayectoria global, el amante para alegrías del renacer. ¿Qué mujer ere hoy? ¿Justamente hoy?


*Descubre el estudio de Gleeden.com sobre la sexualidad de las mujeres casadas!