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Es bien sabido que el otoño es el momento ideal para visitar Canadá. En esta época, los bosques, con sus famosos arces, se visten de unos colores resplandecientes muy característicos: un espectáculo que no te puedes perder. Y con unas temperaturas aún templadas, podrás perderte por la ciudad durante horas. Paseos a pie o vuelos sobre los parques naturales en hidroavión, la aventura canadiense te ofrece un largo abanico de posibilidades.
• La isla de Harris, Escocia
Con sus prados, sus lagos y sus magníficos castillos, la isla de Harris es un concentrado de toda Escocia.
Al oeste, encontrarás bonitas playas de arena blanca bordeadas de un magnífico mar verde-gris. En la costa este, se encuentra uno de los peñascos más antiguos del mundo, originado hace varios millones de años. Un placer para los ojos.
Y no olvides que Escocia está llena de bonitas leyendas y escalofriantes historias de fantasmas... No hay nada mejor que un pequeño susto y unas temperaturas más bien frescas como excusa para lanzarse a los brazos de tu acompañante...
• Estocolmo, Suecia
Estocolmo es una ciudad construida sobre el agua. Un tercio de la ciudad está formada por parques y jardines, que se vuelven dorados cuando llega el otoño. El aire es más fresco, pero las temperaturas todavía son perfectamente soportables. Es el momento ideal para dar unos magníficos paseos románticos.
No te puedes perder Östermalmshallen, un precioso mercado cubierto con una estructura de hierro forjado, inspirado notablemente en el conocido Grand Palais de París. Encontrarás muchas cosas bonitas, y con un poco de suerte tu acompañante quizás encuentre algo para ti...
Además, varias agencias ofrecen vuelos en globo aerostático sobre Estocolmo, una de las pocas ciudades que lo permiten.
• Zermatt, Suiza… ¡para esquiar!
Es rarao poder esquiar antes de la llegada del invierno, pero en Suiza encontramos estaciones de esquí abiertas desde octubre. ¡Y Zermatt, una estación mítica y lujosa, está nevada todos los días del año! Allí podrás esquiar en la pista más larga de Suiza. Esta pequeña escapada será como una previa de los placeres del invierno. Un vino caliente, buenos platos de montaña, trineos, paseos en carruaje, lo encontrarás todo en esta estación. Tu amante o tu pareja oficial tendrá todos los ases en la manga para jugar las mejores cartas contigo.
• Roma, Italia
¡Ah, Italia! Su romanticismo, sus monumentos históricos, sus platos de pasta a la trufa... No hay nada mejor para una escapada en pareja.
Roma es una ciudad magnífica en cualquier momento del año. Pero en otoño, la luz dorada que se extiende por sus calles le dan un encanto único. Los principales edificios de la ciudad se visten de unos colores asombrosos durante los atardeceres.
Además, el clima es especialmente suave y podrás perderte en sus calles durante horas sin preocuparte por el frío. Y si te gusta el arte, es simplemente un lugar que no te puedes perder. En otoño, la ciudad es el teatro de importantes exposiciones que te resultarán muy interesantes.
• Brujas, Bélgica
Si decides volar hasta Brujas unos días, será la ocasión para ti de hacer un viaje al pasado y olvidar todo lo demás. Podrás descubrir pequeñas calles pintorescas entrelazadas con los numerosos canales de la ciudad (no es por nada que se la llama “la Venecia del norte”). Podrás también visitar las iglesias góticas, lo recintos medievales y acabar tu estada por ejemplo con un paseo en barco. ¡Ya te avisamos, esta ciudad es como una máquina del tiempo! Sin olvidar que el centro histórico de Brujas forma parte del patrimonio mundial de la UNESCO.
• Nueva York, Estados Unidos
¡Resulta difícil resistirse un pequeño paréntesis americano!
Como Roma, Nueva York forma parte de las ciudades que tienen encanto todo el año. No hace falta ninguna excusa otoñal para visitarla. No obstante esta época es particulamente agradable para visitarla y las temperaturas todavía son buenas, mientras que el invierno suele ser más duro. Encontrarás todas las ventajas de la gran ciudad: muesos, tiendas, restaurantes... pero con un algo más: el encanto de esta estación. Toma tu tiempo, por ejemplo, para pasear por los numerosos senderos de Central Park y admirar las hojas amarillas y rojas de los árboles, y los lagos que reflejan los inmensos rascacielos de Manhattan. Un contraste entre naturaleza y urbanismo que resulta muy emotivo.
