El amor adúltero, un encuentro consigo mismo: la crónica de Marie-Carmen Garcia

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categoría: Actualidades

El amor adúltero, un encuentro consigo mismo: la crónica de Marie-Carmen Garcia

En esta nueva crónica, Marie-Carmen Garcia, socióloga reputada y experta de Gleeden, aporta una nueva mirada sobre el amor adúltero. Más que un encuentro con otra persona, la relación extraconyugal, por su carácter no oficial, sería un encuentro consigo mismo, los propios deseos y sentimientos.

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“No quiero disponer de ventajas que no poseo. Quiero que conozcas todos mis deseos, que leas, si es posible, en mi alma todo lo que pasa” . Estas palabras fueron escritas en 1824 por Adèle Schunck para su amante, Aimé Guyet de Fernex. El enamorado secreto de Adèle exprime, por su parte, la idea que su amante es la única que le conoce de verdad, que lo sabe todo de su pasado, de sus deseos y de sus sueños. Locamente enamorados el uno del otro, casados tanto él como ella, Adèle y Aimé vivieron 25 años de amor adúltero en una época en que el divorcio no existía y en que la infidelidad femenina era duramente sancionada. Las cartas que intercambiaron durante su relación nos muestran por un lado que la clandestinidad contribuye a hacer durar la pasión amorosa y por otro lado que ésta favorece el sentimiento de autenticidad en una intimidad que escapa – al menos en parte – del control social.

Hoy, en los amores adúlteros que no se oficializan (por el motivo que sea) residen los mejores soportes para pasiones locas y duraderas. Constituyen así una oportunidad fantástica para los y las que las viven de descubrir una parte de sí, de su identidad, sus aspiraciones, de sus emociones que la vida de pareja (oficial) no deja florecer. Así, eligiendo una pareja para compartir la vida – ya sea como marido y mujer o como pareja formal – los individuos no eligen solamente una pareja. Eligen más o menos conscientemente la persona que “quieren” ser. Al estabilizar su vida sentimental “en lo bueno y en lo malo”, las personas estabilizan sin saberlo una determinada imagen de sí mismos. Pero esta puede alterarse por una pasión compartida con una persona que no sea su pareja oficial.

El amor pasional no se puede fingir: empuja a los amantes a desvelarse el uno ante el otro, trastorna las certitudes sobre sí mismo/a y sobre la vida que se está llevando. Amar clandestinamente puede llevar a conocer una parte de sí desconocida, imaginar porvenires distintos de los que dibuja la pareja oficial, descubrir gustos, centros de interés, formas de hacer y de ver ignoradas hasta entonces.

No todas las relaciones clandestinas se viven bajo el manto del amor, no todos los amores escondidos empiezan por una atracción apasionada, y aún cuando la pasión loca que “hace perder la cabeza y la razón” aparece desde el inicio de la relación, no tiene por qué durar.

Pero cuando los sentimientos son poderosos, que los cuerpos y los espíritus se buscan incansablemente, se exasperan de las ausencias forzadas y se reencuentran con fogosidad cada vez, podemos apostar que esas dos personas vivirán una experiencia inédita tan feliz como terrorífica. La felicidad de ser uno mismo, de amar, de ser amado por un lado, el miedo que una atracción tan singular y violenta no ponga en duda la vida que se ha construido con tanta dedicación y paciencia, por otro lado.

En el amor no se elige solamente una pareja, se elige también (y quizás sobre todo) la persona que se quiere ser. En algunos casos, la tensión interna que suscita la experiencia de la pasión adúltera conduce a las personas a poner fin a sus relaciones ocultas. En otros casos, les conduce a poner fin a su relación oficial. Pero en numerosos casos, lleva a la existencia de forma diferente en dos relaciones. Por un lado, se sigue siendo en cierta manera la persona que siempre se ha querido y por el otro se es la persona que habría podido ser y que se descubre por fin.

El amor adúltero es pues antes que nada un encuentro con otra versión de sí mismo/a desconocida descubierta en la relación con el o la amante. Puede ser el inicio de un camino personal fascinante o por el contrario de terribles angustias. Sea como fuera, en nuestras sociedades en que la infidelidad solamente es condenada por la moral “formal”, el amor adúltero puede para ciertas personas constituir un camino hacia el conocimiento de uno mismo/a.