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categoría: Actualidades

"¡Socorro, me estoy encariñando de mi amante!"

En el momento de clicar el botón de inscripción de la página e inicio de Gleeden, te habías prometido que tu relación extraconyugal solamente sería un divertimiento, un placer, pero que no iría más allá. Algunos meses más tarde, te das cuenta que no se te ha dado muy bien cumplir esa promesa…

Para muchos infieles, la promesa de no comprometerse y no nunca dejar los sentimientos imponerse es una condición sine qua non de una relación extraconyugal. Porque a diferencia de lo que muchos creen, la infidelidad no significa forzosamente que haya problemas en la pareja. Y a pesar del deseo de tener una aventura extraconyugal, muchos se sienten realizados con su relación y quieren mantenerla a cualquier precio.

En las primeras charlas virtuales, descubres la sensación embriagadora del flirteo y de los placeres del juego de la seducción. Tienes el control. Y después viene el primer encuentro en persona, el choque con la realidad, sobre todo si hay afinidad… Volvéis a quedar, reís juntos, nace una complicidad innegable. Para algunas personas, la historia se queda aquí. Los buenos momentos pasados no interfieren en el equilibrio conyugal y familiar, al contrario. Tras un tiempo, la aventura termina y otra empieza. O no. Pero para otras personas no resulta tan fácil.

También están los que, tras varios encuentros, varios instantes robados, varios momentos de intimidad compartida con la misma persona, sienten un auténtico volcán de emociones, una avalancha de preguntas y noches de insomnio. Sí, es difícil de no sucumbir al encanto de una persona que te hace reír, que desnuda con la mirada y te dice lo que quieres oír. ¿Pero qué hacer en estos casos?

1) Hablarlo
¿Tu amante invade tus pensamientos hasta el punto que te impide trabajar? Es el momento de hablarlo. Primero porque si tus sentimientos no son mutuos, es un buen momento para poner fin a todo esto y de volver a centrarte. Pero también porque esa persona tiene derecho a saber. Si los sentimientos son mutuos, podréis hablar juntos del futuro de vuestra relación: poner fin a vuestra historia para preservar vuestro hogar o tomar una gran decisión. En ambos casos, lo tendréis que elegir juntos.

2) Pararlo todo
Al desarrollar estos sentimientos no deseados, ya te sientes culpable, como un/a traidor/a. Te conoces, amas a tu cónyuge, pero tienes un corazoncito muy tierno y tus sentimientos se embalar rápidamente. Pero no por eso quieres poner en juego el bonito equilibrio que has logrado en tu vida. En este caso, más vale parar inmediatamente la relación extraconyugal. Es el momento de volver a centrarte en ti y en lo que realmente quieres. Y para eso, es mejor estar solo/a.

3) Tomarte un tiempo
¿Las cosas van demasiado deprisa? ¿Ya no sabes lo que quieres? ¿Tienes miedo de perder el control? ¡Nada te impide tomarte un tiempo! Explica a tu ligue que necesitas reflexionar a tu situación y tomar TU decisión. Nadie te obliga a nada. Una relación extraconyugal tiene que ser una bocanada de aire fresco, un paréntesis de placer, una fuente de realización, pero no una presión.

4) Continuar
Vale, no es lo que estaba previsto, ¡pero te sientes bien! Te sientes revivir y sientes cosas que creías haber olvidado. Y tienes ganas de todo menos de dejarlo. Y tu amante parece pensar lo mismo. ¿Y si la promesa que te habías hecho era solamente para tener buena conciencia? ¿Y si lo que realmente querías era un terremoto en tu vida, un renacer? En este caso, más vale comprobar que la persona involucrada comparte esos sentimientos y, por qué no, empezar una bonita historia juntos…

¡Porque también hay bellas historias en Gleeden!