Las tardes eran eternas, siempre lamentándose de lo mismo. “Mi Antonio se ha ido”, “Mi Antonio cuánto lo quería”. Abuela, “su Antonio” ya no está. Hace más de 20 años que murió.
Esta anécdota de mi infancia me ha hecho reflexionar sobre lo infeliz que puede llegar a ser una persona cuando presta toda su atención a un solo ser humano. En el caso de mi abuela, ésta conoció a su marido a la tierna edad de 14 años y
no había conocido nada más.
Escandalizada estaría ahora al descubrir cómo han cambiado las cosas. ¿O puede que no hayan cambiado tanto? El hecho de que las mujeres antes no hablaran sobre ello abiertamente, no quiere decir que fueran fieles al 100%.
¿Quién no recuerda la antigua novela “Como agua para chocolate”? La infidelidad impregna todo el argumento. Y al final de la trama, hasta la protagonista más conservadora de todas, fue la primera en ser infiel acostándose con un esclavo de color.
Hasta las más tradicionalistas puedes ser infieles
.Nos han enseñado desde pequeños a tener que compartir, a respetar a los demás, a luchar por ser felices, y llegada la hora de la verdad, seguimos manteniendo los tabús muy presentes. Siempre tuve ganas de decirle a mi abuela, “señora, el mundo no se acaba en un hombre, ni creo que para él, el mundo se acabara en usted, coja las riendas de su vida y busque a alguien con quien ser feliz”.
Este consejo quizás deberían de tomarlo millones de personas a lo largo de su vida. Si no eres feliz en tu matrimonio, o te sientes tan sola como se sentía mi abuela, pero sigues amando a tu pareja, seguramente lo única que necesites sea
coger el toro por los cuernos
y pensar primero en ti. Porque si uno mismo no está bien, física y anímicamente, solo transmite ese malestar a los de su alrededor. Se ha de salir momentáneamente de este círculo que se ha formado. De este modo se ve que el mundo sigue siendo igual, y que solo somos nosotros quienes lo complicamos.En ocasiones es una de las formas de poder salvar el matrimonio. No solo existe por tanto un príncipe azul que nos pueda “salvar”.
Gracias Mónica.